Kirchner, El puente.
El color provoca una vibración física. Él esconde un poder desconocido, pero real, que tiene efecto sobre cada parte del cuerpo humano.
Vassily Kandinsky
El siglo xix terminaba con toda una revolución en el mundo del arte. El posimpresionismo[1] había detonado una serie corrientes que ahora conocemos como vanguardias entre las que destacan el cubismo, el fauvismo y el expresionismo que resulta un movimiento fundamental en el arte.
Hay etapas en las manifestaciones artísticas, que una vez pasadas, se quedan allí, en un sitio de la historia, sin volver de nuevo; otras que, en efecto, parecen periodos, pero en realidad son constantes manifestaciones de algo muy profundo que surge y resurge a lo largo de la historia del arte, es por ellos que puede hablarse del expresionismo del arte negro, del de El Greco o del de Goya. El expresionismo, como vanguardia, es una fase de transición para los artistas en la que es difícil y peligroso permanecer demasiado tiempo; en el momento oportuno, cada uno tomará su camino hacia experiencias más personales, más atrevidas e innovadoras. Según J. F. Rafols el expresionismo «es un arte subjetivo, pero que trata de objetivarse expresándose. [...] Se trata de una manera de ser esencialmente romántica, que reclama una libertad absoluta. La emoción, desatada, supone equilibrio, aunque se trate de encontrar dentro de él mismo, un cierto equilibrio».[2]
El expresionismo como movimiento tuvo representantes en todas las bellas artes; aunque se haya originado como movimiento pictórico, hay manifestaciones en escultura, en literatura, en arquitectura, en cine, en música y hasta en las artes aplicadas como en el cartel. Los artistas plásticos no sólo se limitan al lienzo, también escribe poesía, teatro, dramas y relatos especialmente autobiográficos; diarios y cartas son recursos de su afán artístico.
El drama de color
Cada obra se manifiesta con una especie de frenesí, incluso de desesperación, nacida de la incapacidad de expresar lo inexpresable, con la fuerza de que es capaz, por medio de símbolos. El expresionismo externa un conflicto que parece no tener fin, y el color es el medio ideal para lograrlo: fuerte, violento, dramático. Éste no quiere remitir a nada distinto de sí mismo, quiere expresar estados de ánimo de la condición humana. Por primera vez se entiende la ciencia y el poder expresivo de la forma y del color, [3] que permite volcar toda la furia y la angustia en grandes fondos coloreados definidos por contornos lineales, gruesos y oscuros. La forma no acepta la realidad tal como se presenta: se descobija de la representación y la ilustración, recoge el espíritu con las dos manos y lo expresa con absoluta pureza; por eso la luz, las sombras, la perspectiva, la narrativa, todo sale sobrando, todo se altera intencionalmente. La forma, entonces, se reduce a lo esencial. Las líneas se alejan de la armonía y la tranquilidad para establecer tensiones, desequilibrios y descompensaciones, los trazos angulosos y quebrados y el empleo de técnicas arcáicas, como el grabado en madera, dotan al resultado de la idea de ser un chillido angustioso.
Cuando se habla de expresionismo, se piensa, sobre todo, en el expresionismo Alemán, pero tampoco debe ignorarse que el fauvismo de Matisse y Munch es similar en el manejo del color y el drama, ni que se contuvo dentro de las fronteras germanas. El expresionismo supone un atentado contra el reinado de París y su racionalismo en el arte, aunque con el cubismo y el surrealismo siguió manteniendo su supremacía. El bautizo de esta corriente se le atribuye sin mucha precisión tanto a los marchantes de arte Paul Cassierer como a Lovis Corinth. Según el historiador Dietmar Elger,[4] todavía queda por determinar cuáles son los artistas que se podrían calificar como típicos exponentes del expresionismo, puesto que el término tiene multiplicidad de significados, además del delimitado período que los artistas permanecieron en el movimiento, como es el caso de Vassily Kandinsky que conoció múltiples etapas estilísticas: del expresionismo que abandonó hacia 1914, pasó al funcionalismo de la Bauhaus, y terminó incursionando en el arte abstracto y es considerado el antecedente fundamental del expresionismo abstracto.
Kandinsky totalmente expresionista.
El puente y el jinete
La Alemania de principios del siglo xx se encontraba socialmente destrozada; el deseo revolucionario y la búsqueda del cambio social generan la gran necesidad de expresar, criticar, exponer y delatar los defectos y la fragilidad de la burguesía anquilosada y dominante. Es en este ambiente que, en 1905, un grupo de jóvenes estudiantes de arquitectura entre los que figuran Fritz Bleyl, Ernst Ludwig Kirchner, Erich Heckel y Karl Schmidt-Rottluff funda, en Dresde, el grupo Die Brücke —El puente—, así llamado por la consideración que tenían sus miembros del carácter de su acción. Figuras ya con cierto renombre como Emil Nolde y Max Pechstein se les adhieren. En 1906, el grupo celebra su primera exposición con relativo éxito.
Heckel
Marc
Otro grupo surgió en Munich en 1911, Der Blaue Reiter —El jinete azul. Esta vez no sólo artistas alemanes lo conformaron, se trata de un grupo heterogéneo mucho más inquieto que recibe influencias del futurismo y el cubismo. El grupo lo integran Franz Marc, el ruso Kandinsky, el suizo Paul Klee. Los grupos antagonizan no sólo en sus estilos sino en sus escritos y manifiestos; mientras que los miembros de El puente son escuetos y parcos. Gracias a los extensos escritos y teorías de Kandinsky, los miembros de El jinete azul tuvieron una tendencia más hacia la abstracción y una temática un poco menos fatalista.
Kirchner, al convocar a unirse al grupo de El puente, evidencia una velada pugna generacional: «Con fe en el desarrollo, en una generación creativa y capaz de disfrutar de la vida convocamos a toda la juventud portadora del futuro, queremos procurarnos vida y brazos libres frente a las viejas fuerzas establecidas. Todo aquel que exprese directamente y sin fantasía lo que le mueve a crear, pertenece a nuestro grupo.»[5] Es así que a partir de escenas callejeras y el recurso del sarcasmo y la sátira, Kirchner establece los temas recurrentes del grupo: el hombre sumergido y devorado por la corrupción de la industrialización y el desnudo como una forma de libertad. En la calle Berliner, el grupo estableció un taller-habitación, ya no sólo el espacio se destina al trabajo, sino que se vuelve centro de interacción intelectual, y convivencia permanente, pues los miembros pensaban que trabajo, cotidianidad y vida eran indisolubles, todo esto naturalmente generó un estilo homogéneo en el grupo, que debe a Heckel gran parte de la innovación en las formas empleadas.
Disolución y fin de una etapa
Los miembros de El punte se trasladaron a Berlín hacia 1910, seducidos por el anonimato de la ciudad que les prometía mayor libertad, pero el estilo tan similar logrado colectivamente era, de suyo, una contradicción y una limitación. En el intento de la búsqueda del estilo individual y propio, las divergencias crecieron a tal grado que el grupo terminó por disolverse en 1913. Un año más tarde la Primera Guerra Mundial arrastraría a algunos de sus miembros a las trincheras y a la muerte, y a otros a incursionar en nuevos movimientos o a unirse a nuevos grupos.
Por otro lado, las características más abiertas y menos localistas de El jinete azul permitieron que figuras de toda Europa incursionaran en el movimiento, cada uno aportando un estilo propio y más fácilmente diferenciable, entre los que se puede mencionar a Max Beckmann, George Grosz, Otto Dix —profundamente impresionado por los efectos de la guerra— y a Oskar Kokoshka. Ya fuera de Alemania se integraron al movimiento Egon Schiele en Austria, James Ensor y su escuela en Bélgica, y de manera sorprendente y única George Rouault en Francia.
James Ensor
George Rouault
Egon Schiele
Paul Klee
Cada uno de los representantes del expresionismo fue evolucionando hacia nuevas formas y estilos, bajo nuevas tendencias, manifiestos y teorías como la Bauhaus, el dadaísmo, el funcionalismo y demás vanguardias que influyeron poderosamente en casi todo el arte surgido en el siglo xx. El periodo entre guerras para Alemania significó el total derrumbamiento de la economía y de la sociedad, lo que dejaba la mesa puesta para las manifestaciones expresionistas tardías surgidas en la literatura y el cine, principalmente. Algunas décadas depués, la vanguardia expresionista resurgiría tranformada definitivamente en el expresionismo abstracto cuyo máximo exponenete fue Jackson Pollock, pero esa es otra historia.
José Clemente Orozco. Aunque no es del grupo, su obra es totalmente expresionista, y movida por los mismos ideales, por eso es más auténtica que la de los otros muralistas.
[1] Se denomina así a una serie de artistas que coinciden en época, entre 1885 y 1905 mas no es estilos y fundamentos, entre ellos Vincent van Gogh, Georges Seurat, Paul Cezanne, Paul Gauguin y Toulousse-Lautrec.
[3] v. Algarabía 17 y 18, enero-febrero y marzo-abril 2005, Arte: «El color, expresión en sí mismo» y «Color más color», pp. 18-23 y 10-14.
1 comentario:
Aquí le indico la página de Antonio Fuentes, uno de los grandes expresionistas españoles, formado en La Grande Chaumière de París, y que realiza su obra en Tánger: www.antoniofuentes.org.
Gracias
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